Hoy toca... digamos historia. Es poema, pero relata la historia de Ferdinand de Borgoña y sus desamores con Margarita de Sajonia e Isabel de Nápoles. No es historia real, aunque tiene toques de ello.
Quería hacer para hoy otra entrada similar a la de ayer, pero me faltan datos (al parecer el INE no desagrega datos agrarios por Comunidades Autónomas, lo cual limita mucho hablar del tema).
Así pues, dejo esta historia que es ciertamente un tanto larga, pero que me encanta, y me encantó escribirla. Espero que os guste.
La leyenda de Ferdinand de Borgoña
Gusta siempre
de un romance,
el hablar de
caballeros,
y de uno
dividido,
es la
historias que os cuento,
su nombre, su
nombre era
Ferdinand, de
otros tiempos,
de la Casa de
Borgoña,
de quien fue
siempre buen siervo,
que luchó
contra valones,
franceses y
el Sacro Imperio,
y que nunca,
por su orgullo,
fue a perder
ningún duelo,
no al menos a
espada,
tal vez sí,
tal vez, os cuento,
en amores sí
perdiese,
guerra, lidia
y encuentro,
aunque en
luchas no cesara
por jugar
siempre con fuego,
y el que
juega a quemarse,
quemadura
siempre hallara,
sea noble,
sea rey,
sea quién el
que amara,
sea él, no
un poeta,
mas si un
hombre de palabra,
sea Ferdinand
nombrado,
en las
tierras de España,
como hidalgo,
don Fernando,
“el
Maldito” es su alias,
y no faltan
los motivos,
“el
Maldito”, así lo llaman,
porque él ha
arrastrado
a dos amores,
dos damas,
con la fuerza
de los hados,
de su sino y
de su alma,
alma noble,
no confundan,
pero
desafortunada,
negra suerte
la que tiene,
negra la de
sus amadas.
Margarita de
Sajonia,
bella faz,
dulce mirada,
en mal día
quiso ella
a quien no
pudo amarla,
en mal día,
Margarita,
olvidaste tus
palabras,
“si no es
príncipe elector
yo jamás con
él bailara”,
y ante un
hombre borgoñón,
has caído
enamorada,
tu cabeza
dice no,
mas tu
corazón aclama
por un
hombre, un buen hombre,
mas maldita
es su fama,
pues no puede
uno amar,
sin importar
ya mas nada,
que era un
hombre ya rendido,
ante una
triste dama,
negra
siempre, va de luto,
de luto por
sus hermanas,
triste suerte
que corrieran
en el mar; y
Dios las guarda;
triste ella,
Isabel,
de Nápoles
es su Casa,
que en amor
tanto perdió,
por perder
aún le falta:
el hijo que
nunca tuvo;
y el hombre
que tanto extraña.
Isabel,
tristes tus ojos,
Isabel, alma
quebrada,
rendida ante
un buen hombre,
rendida
fuiste casada,
Ferdinand, es
de Borgoña,
sentístete
afortunada,
pero eran
otros tiempos,
vivían las
tus hermanas,
y en Nápoles,
en el golfo,
ese faro aún
brillaba,
y los barcos
marineros
de las rocas
alejaba.
“No pienses
en ello, bella,
no pienses,
querida amada”,
decíate don
Fernando,
“que verte
así me mata”.
Y más te
mataba a ti,
más tu
corazón sangraba,
quisiste
gritar “Fernando,
dame muerte
con tu espada”,
quisiste
gritar al ver
que un hijo
no llegaba,
fuiste
estéril, tal vez él,
eso ya poco
importaba:
Isabel,
triste belleza,
a solas sus
horas pasa;
Ferdinand
lucha en el frente,
a rebeldes da
batalla.
Son los
hados, el destino,
que ante una
joven dama,
a él lo
llevan a encontrarse,
y ella cae
enamorada,
y es profundo
ese amor,
y es mirada
apasionada,
la que lanza
Margarita,
sin saber de
sus andanzas.
Margarita,
Isabel,
de Sajonia al
sur de Italia,
los amores
que no entienden
ni de Estados
ni de Casas,
no entendió
tampoco él,
las afrentas
que causaba,
al pasar la
negra noche,
con mujer que
engañara,
Ferdinand,
triste impío,
Margarita
enamorada,
Isabel,
brillan tus ojos,
esa noche ya
llorabas,
en tu alcoba,
fría, sola,
ya te viste
traicionada.
Y pasó la
negra noche,
y llegó ya
la mañana,
y la afrenta
ya está hecha,
ya la afrenta
está causada,
Isabel, tus
ojos rojos,
rota tienes
la mirada,
tanto tiempo
sin Fernando,
Isabel, ya no
lo aguantas,
él a meses
de distancia,
lucha contra
sus fantasmas,
lucha y
pierde, pobre hidalgo,
Margarita,
pobre dama,
cuántos días
has llorado,
al comprender
lo que pasa,
Ferdinand
está casado,
él de aquí
ya se marchaba,
retorna a su
triste hogar,
su hogar, que
no le aguarda,
pues de
pena... ¡Ah!, de pena...
Isabel, Dios
ya te guarda,
Nápoles está
de luto,
han perdido a
su alhaja,
su triste
joya triste,
su bella
princesa amada.
Y Sajonia,
Margarita,
en amores
derrotada,
con el honor
ya perdido,
de Ferdinand
olvidada,
bien le quema
su recuerdo,
no puede
olvidar su cara,
huye, pasa,
ella fuga,
busca de Dios
la gracia,
de clausura
es el convento,
allí vive,
apartada
de viejos
amores y sueños,
de Ferdinand
alejada.
Y Ferdinand,
ah, Fernando,
“el
Maldito” te llamaban,
cuánto
perdiste esa noche,
cuánto en
una batalla,
la mujer que
te quería,
la otra que
te soñaba,
y Fernando,
Ferdinand,
hay historias
que contaban,
que al saber
de Isabel,
por la Parca
visitada,
ya supiste de
tu sino,
de tu alias,
de tu fama,
dicen,
cuentan las historias,
que el
caballo galopaba,
y era tu
triste figura,
la que a
galope marchaba,
marchabas,
muy muy al norte,
lejos de las
viejas plazas,
un reguero
ibas dejando,
lágrimas de
agua salada,
por Isabel,
Margarita,
por Sajonia,
por sus Casas,
por Nápoles
y Borgoña
ya tomada por
la Francia,
dicen,
Fernando, dicen,
así dicen en
España,
que al norte,
muy al norte,
por tierras
siempre heladas,
vese aún una
figura,
tu alma que
siempre vaga,
tu alma,
siempre maldita,
que aún
llora por sus damas,
por la dulce
Margarita,
que contigo
ya soñaba,
por la bella
Isabel,
joya
desafortunada.
[JBL]
Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis
Qué bonito. He visto un par de versos que rompían un poco el ritmo (dos en concreto que eran un poquito largos y uno que era un poquito corto), y creo que he visto un "mas" de pero con tilde, pero sinceramente eso es una pamplimierda (a mi se me escapan con tilde todo el rato).
ResponderEliminarBesis.
Gracias =)
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