"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


miércoles, 31 de diciembre de 2014

31 de diciembre de 2014

Sentarse aquí a escribir unas líneas para despedir un año puede parecer una tarea sencilla. Realmente lo es, no tiene mayor complicación que recordar, sonreír y dejarse llevar. Quizás lo más complejo siempre sea no dejarse llevar demasiado, no mirar al techo mientras se recuerda esto o aquello, o Salamanca, o el Mediterráneo. Porque por suerte tengo una memoria buena, y con ponerla a trabajar puedo recordar hasta el olor y el tacto del recuerdo, hasta los pensamientos y sentimientos de ese momento. Y eso, en los buenos años, siempre es una gran ventaja.

No voy a venir aquí a explicar nada, ni a dar un discurso sobre realismos ni demases. Sencillamente voy a hablar desde el optimismo que toda circunstancia requiere, el optimismo de sonreír con lo mejor y pensar en que lo que vendrá será bueno. ¿Por qué? Bueno, porque si tengo que elegir, de lo que tenga que venir prefiero recibirlo con una sonrisa que con una cara de perro. No es por nada en especial, simplemente quizás he entendido que, a la larga, preocuparse por nada nunca ha servido de mucho.

Y de alguna manera, me costaba seguir escribiendo. Quizás por mi falta de práctica, quizás porque he leído algunas cosas más antiguas y no pienso que pueda estar a la altura. En cualquier caso, lo que es seguro es que cuando me atasco un poco es que no estoy diciendo lo que siento. Y lo que siento es que no tengo miedo a lo que pueda venir. Creo que después de muchos años y poco a poco, todo el mundo que conocía ha ido mostrando sus cartas, sus jugadas, y cada cual ha ocupado su lugar, como las estrellas en el firmamento. Quizás yo no haya sido la constelación más luminosa, pero hay gente que me ha hecho brillar como nunca. Quizás no tenga las mejores estrellas, pero hay gente que me daría a las mejores solo por confianza en mí. No soy el mejor, pero me he hecho una buena imagen de marca.

Sí, puede que en parte necesitase de un poco menos presión por mi parte sobre mí mismo, pero de alguna extraña manera sé que estoy exactamente en el lugar que querría estar. No he tenido grandes logros remarcables en este año, pero no me lo he echado en cara (al menos no demasiado), y al final, poco a poco, la imagen que tengo sobre mí mismo no es tan mala. Es interesante, incluso, porque mucha más gente de la que yo pensaba me tiene en alta estima.

No sé si algún día conseguiré grandes logros, y tampoco sé si realmente me vendría bien hacerlo. Lo que sí sé es que personalmente, y aunque no lo haya pensado así nunca, he ido creciendo poco a poco, porque había olvidado algo muy importante, que yo soy yo y mis circunstancias, y cuando ellas mejoran, yo también lo hago. No siempre el crecimiento viene explicado por nosotros mismos, sino también (y quizás especialmente) por nuestra posición en el tablero.

En cualquier caso, para no dar discursos uno bueno me he marcado, y todo esto para despedir el año. No sé si para el lector tendrá esto algún sentido. Lo que sí sé es que para mí, según iba saliendo de mi cabeza, sí lo tenía (y mucho). Quizás haya gente que lo entienda, o incluso que lo asimile, o lo corte en pequeños pedazos y lo examine, y vea que es lo mismo que piensa, y entonces eso sería magnífico, porque habría más personas que, como yo, sabríamos que estamos de alguna extraña manera donde deberíamos estar, aunque haya cosas que parezcan que no tienen sentido.

Da igual, porque nunca nada parece tener sentido, si lo tuviese quizás nunca podríamos sorprendernos gratamente con lo que nos tiene que dar el año.

Porque el 2014 se merece una despedida, pero esta no va a ser. Esta es una bienvenida, una bienvenida no solo al nuevo año sino al viejo, porque estamos a punto de vivir una fusión entre edades, un punto de inflexión en todas las historias que puede, quizás, signifique algo más para muchas de ellas.

Feliz año 2015.


Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

jueves, 9 de enero de 2014

Test

Pues resulta que he sido nominado para una especie de test que ni siquiera lo sabía. Así que sin más:


¿Perro o gato?

Suelo preferir los gatos, generalmente me llevo bien con todos los felinos y son amigables y van a su rollo y mola cuando se ponen tontorrones. Un perro también mola mucho pero a veces puede llegar a estresar, y eso en un gato es improbable. Lo dicho, que me gustan los dos pero supongo que tiraría por el gato… de no ser porque tengo alergia.


¿Relato o novela?

Lo que dice Garrido, ¿cuál es la diferencia? ¿Te refieres si prefiero 20 o 200 páginas? Depende del tiempo que tenga para leer. Los relatos suelen ir al grano y las novelas tienen más trama. No sé, no entiendo la diferencia real del asunto.


¿Tienes algún ritual de escritura, como salir a trotar antes de escribir o encenderle una vela a las musas?

Pues no, solo con la poesía, que sigo haciéndola en folio en blanco y a portaminas, para que quede de mi puño y letra, pero se debe a que conservo todos mis originales de mis poemas y no quiero romper esa tradición de casi 300 poemas (creo que, de hecho, son 299).


¿Qué te resulta más fácil, retratar a los personajes o crear un argumento sólido?

No es cuestión de facilidad. No sé, ambas cosas me resultan sencillas, pero no siempre funcionan igual. Es decir, digamos que tengo guardados a un montón de personajes que me gustan, que les tengo cariño y están definidos en mi cabeza, y después tengo unas 3-4 tramas sólidas sobre las que escribir. Lo que suelo hacer es adaptar los personajes a la trama para que encajen como a mí me guste. De hecho, a veces me tiro una hora definiendo a un personaje e incluso ya sé que hechos van a ocurrir en la historia y como va a actuar ese personaje… salvo que me termine sorprendiendo, que puede pasar.


¿Planeas publicar una obra este año?

Nop, las clases me quitan todo el tiempo a priori, aunque es posible que lo primero que publicase sea un conjunto de poemas, básicamente porque de novela nunca logro terminarla (me pongo a querer cambiar cosas y ahí queda todo siempre).


¿Te ves como un autor autopublicado o de la mano de una editorial?

Creo que hoy en día las editoriales estarán súper difíciles como que para alguien nuevo entre.


¿Cómo ves el panorama editorial actual?

Las editoriales dan lo que el público demanda. Y, como en el arte, el público se ha vuelto simplista. En definitiva, si coges lo “mejor” de la tele (culos, tetas, musculitos y salseo) y lo conviertes en prosa escrita por un orangután, vas a ser best-seller.


¿Si tuvieras una máquina del tiempo y pudieras robar una novela y registrarla a tu nombre, cuál sería?

LA BIBLIA. No en serio, que gilipollez, ¿de qué sirve tener tu nombre ahí si realmente no es tuyo? Si es por dinero viajaría en el tiempo el día antes de la lotería de navidad y compraría todos los boletos que van a ser premiados, por ejemplo.

¿Has intentado escribir borracho, drogado o ambas? Si es así, ¿fue lo que produjiste fumable o infumable?
He escrito varias veces con algo de alcohol en las venas y era perfectamente fumable. Es más, haber bebido algo de alcohol me libera un poco el cerebro para escribir, al menos que yo recuerde así es como solía ser vaya.


¿Cuál fue el mejor libro que leíste este año?

INVESTMENT VALUATION: SECOND EDITION, de Damodaran. No en serio, ese es de finanzas y no terminé de leerlo, no he leído ningún libro este año, no tengo tiempo.


¿Hay algún otro factor que te influencie como escritor? Cine, teatro, videojuegos…


Pues sí, como a todo el mundo. Especialmente alguna parte de la historia de China me ha motivado unas cuantas ideas y algún personaje, y también supongo que otros libros y videojuegos también me influencian a la hora de pensar.





Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

martes, 31 de diciembre de 2013

31 de diciembre de 2013

Reclinarse y pensar en los 364 días pasados es, a mi entender, una ardua tarea. Por estas fechas siempre toca despedir el año, o jubilarlo, o enviarlo de vacaciones a Haití, lo que sea. Lo que es cierto, es que no va a volver, 2013 está acabado y agotado. Pero cuando reclinarte y pensar en esos otros 364 días se vuelve difícil, ya sabes de qué tipo ha sido el año que ha cerrado.

Ha sido de esos años que se dejan vivir, o querer. Se dejan, en definitiva. No es que sean facilones, pero pronto, con un poco de colegueo, te llevas bien con él. No mentiré diciendo que son de esos que cuesta despedirlo, pero, al hacerlo, se te queda una sonrisa en los labios, como un recuerdo, ahí plasmada. No ha sido un año fácil, no creo que haya ningún año fácil, pero ha sido un buen año, que dejará una gran cosecha. Lo despides a un paso entre el siembra y recogerás y el no llores porque terminó, sonríe porque sucedió. Incluso quizás con tintes de progreso, de aquellos que dicen que no es posible avanzar si no se mira lejos ni se piensa en grande.

2013 es, de hecho, una mezcla con buen sabor. Cada uno se puede amargar con lo que quiera, porque siempre existen recuerdos para amargarse, por supuesto. Pero es impresionante los buenos recuerdos que ha logrado dejar. Estamos un paso más allá, siempre más allá y más lejos. Siempre más fuertes, y siempre nosotros. Y siempre habiendo aprendido, más sabios quizás, pero seguro que más perspicaces. Estamos preparados para todo, porque años como este nos permiten saber por qué luchar y tener ganas de hacerlo. Son años fuertes, que construyen más que destruyen y que terminan bien, como en los cuentos de hadas, con un beso a la princesa.

Y es que años como este no cuesta nada despedirlos, son geniales. Quedan en el recuerdo. Merecen la pena. De alguna manera el main course de la Universidad ya ha pasado, y solo queda para mí el postre y, como mucho, la sobremesa. Me siento, por ello, fuerte y con ganas. Tengo momentum, o empuje, o llámese como se quiera, porque cuando te apoyas en años como este es muy fácil tenerlo. Sí, no tiene por tanto ningún mérito ser fuerte cuando el año es fuerte, pero sí lo tiene el fortalecerse para el nuevo año. Yo ya miro al 2014, mientras brindo a la salud de este año que ya vence.

A este año le quedan menos de 24 horas, y quizás él no quiera reflexiones, porque está orgulloso de lo que ha logrado. Pero es un año que merece la pena tener ahí presente, comentarlo, señalarlo. Porque gracias a estos años me siento un paso más cerca de mis objetivos, como todos vosotros.

Y no quiero cerrar este año sin despedirme con aquella vieja copla que recitaba de vez en cuando hace ya bastantes años:

Por los que están, estuvieron y nunca estarán.


Feliz 2014


Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

martes, 10 de diciembre de 2013

Los jóvenes marcamos el ritmo

Hablaba esta tarde con Carli sobre qué hacer o dejar de hacer una vez que nos hayamos graduado (muy mal se nos tiene que dar para que no sea este año), y sobre todo tratábamos de marcar directrices sobre una hoja de ruta inexistente: máster sí/no, idiomas cuándo, trabajo cómo. Y de esa conversación se deriva el pensamiento que traigo, eso de que los jóvenes marcamos el ritmo.

Marcamos, de hecho, muchos ritmos, pero en este caso me refiero al laboral. Voy a recalcar antes de continuar que soy idealista y orgulloso, y que no se nos olvide esto según avanzamos porque es lo principal del razonamiento.

Pues bien, me niego a trabajar por 600€ al mes (brutos) en un trabajo cualquiera. "Ya pero es que", "cómo están las cosas", "ojala pudiera" y toda esa verborrea, nos la guardamos. Yo, caballeros, no valgo 600€ al mes. No me importa alquilarme (aunque prefiero poseerme, por eso lo de montar una empresa), pero quiero una buena retribución. Alguno dirá que voy de sobrado, pero muchas (bueno, algunas) de las personas que conozco tampoco valen 600€ al mes (os sorprendería escuchar que sería como decir que vuestra vida vale unos 120.000€, toda ella, con estimaciones muy rápidas). Lo dicho, me alquilo a un precio de acuerdo a lo que ofrezco. Este verano, durante las prácticas de Liberbank, el Departamento de Publicidad quedó encantado con mi trabajo, propuse bastantes ideas nuevas, les dí cosas para pensar y en general tiré como el mejor, como si me fuese un ascenso en ello, porque así trabajo yo (y no, no exagero porque me lo dijeron en varias ocasiones). Y además, en dinero, no cobre absolutamente nada. ¿Lleva la contraria a mi razonamiento? En absoluto, tengo 12 créditos (el equivalente a 2 asignaturas) con un 10 de nota, además de todo el conocimiento que logré guardar y los nombres de proveedores que recuerdo. Es decir, me cobré a buen precio las prácticas.

Por eso digo, ¿600€ al mes? Solo diré sí si me ofreces un puesto al lado de un asesor de Fusiones y Adquisiciones, un operador bursátil o un analista fundamental, o algo similar, algo de lo que realmente pueda aprender a muerte para superarlos a todos porque adore lo que esté haciendo. Porque cuando trabajas donde realmente quieres te vuelves un ser impresionante, y lo que haces lo haces con satisfacción, y alguien que trabaja con gusto en lo que hace siempre, SIEMPRE, va a superar a alguien que trabaja solo por tener un trabajo y cobrar a fin de mes.

Y por eso digo que los jóvenes marcamos el ritmo. No le digáis todos sí a todo. Algunos de vosotros no valéis eso. Desde un punto de vista de analista fundamental, estáis regalando dinero, y yo al menos detesto perder dinero porque sí. Por eso no le tengo miedo a montar una empresa, y por eso invierto en bolsa. Si he de perder dinero, quiero perderlo por mis propias decisiones, porque soy dueño de mis circunstancias también, no por comisiones e inflación. Por eso nunca compro fondos de inversión hechos por y para inútiles, ni tampoco renta fija que ni cubre la inflación esperada. Porque uno debe ser dueño de sus propias decisiones, de sus ganancias y de sus pérdidas, y de estas últimas será de las que más aprenda.

Porque en definitiva, la mayoría estáis vendiendo vuestra capacidad de saber qué es equivocarse, qué significa acertar, qué se gana y qué se pierde. Simplemente ejecutáis, un día tras otro.

Porque yo soy yo y mis circunstancias, y si no las controlo a ellas, no me controlo a mí.



Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los Cuatro Clásicos

No por nada mis cuatro libros favoritos son, de hecho, cuatro grandes clásicos: ninguno de ellos son literatura per sé. Hablemos de ensayos.

Creo que la gente que me conoce puede hacerse una idea de los cuatro libros que podrían ser. Bueno, en realidad más bien la gente que me conoce podría decir "ah claro" cuando lea los títulos de los cuatro libros. No se trata de adivinar, sino comprender. Y comenzaré a hablar por el libro "menos relevante", aunque en verdad podría ser el mejor y más concreto.

Se trata de «Las 36 estrategias chinas» (alguien ha dicho "ah claro"). La razón por la cual me gusta este libro es porque resume en 36 estrategias las grandes líneas de comportamiento que pueden llevarse en ciertas situaciones y, de hecho, lo hace con ejemplos. Al menos mi versión está bien ilustrada con ejemplos sobre todas ellas. Si algo tengo que decir de este libro es que llegó a mis manos "de forma tardía" (es decir, sobre los 17 intuyo), cuando ya tenía una cierta línea de pensamiento montada. Es decir, no aportó gran cosa, pero sin duda es un libro al que me gusta acudir de vez en cuando (aunque sea rara vez en comparación con los otros tres clásicos).

El siguiente, «El libro del Tao» de Lao-Tse. Lo escribo de esta manera porque es como está en mi versión, que por cierto era una por fascículos, y este libro venía junto con «El libro de las mutaciones», que sería mi quinto clásico si no fuera porque se basa en un libro sobre la adivinación principalmente. De todas formas, la primera vez que leí este libro debió ser con 14 años y me pareció... iba a utilizar una palabra, sensacional, o mágico, pero parece algo absurdo hacerlo de esta manera. Digamos que lo que aprendí la primera vez que lo leí fue a pensar de otra manera, que muchas cosas no hubiesen sido así si no lo hubiese leído. Digamos que es un libro que me construyó en su momento. Digamos que fue clave. En realidad el libro es difícil y muy ambiguo o vago, y lo correcto sería leerse interpretaciones sobre el libro. Pero yo quería la esencia en sí misma, quería entender esas palabras, no las interpretaciones que le dieran otros. Y, de hecho, todavía el año pasado recuerdo haber llegado a la conclusión de que por fin comprendía uno de sus pasajes. Un libro en el que tardas más de seis años en comprenderlo debe ser un buen libro.

Los dos siguientes, y han de ir juntos ya que son "primera y segunda parte" (con muchos matices), son «El Arte de la Guerra» y «El Arte de la Guerra II», de Sun Tzu y Sun Bin respectivamente. Del segundo diré que apenas lo he leído una vez y tengo pendiente volver a leerlo (es un libro que tiene pasajes perdidos). Pero sobre el primero, el de Sun Tzu, qué puedo decir. Leo pasajes al menos una vez al mes, prácticamente todos los meses desde hace muchos años (probablemente de cuando tenía 14 años o incluso menos). El libro es atemporal, así lo demuestra que se haya usado efectivamente en tácticas de guerra hasta Mao Zedong (o Tse Tung, depende de la traducción), que era un lector nato de este manuscrito e incluso lo comentó. Por supuesto los principios de este libro no se han quedado en Mao, simplemente lo cito porque él lo leía continuamente y era un gran estratega (no conozco los por menores de toda la guerra civil china de Mao contra el Kuomintang, pero Mao Zedong llevó a cabo la estrategia de retirarse durante 10.000 kilómetros de forma satisfactoria [la estrategia de retirarse no es salir corriendo, es mucho más compleja]). Lo que enseña el Arte de la Guerra es pan de cada día en el mundo de los negocios. Esto es así de forma tan directa que todos los libros contemporáneos sobre estrategia empresarial vienen de este libro, aunque muchos ni lo sepan. Todavía el otro día en la tremendamente aburrida clase de Análisis Competitivo de la Empresa (que creí que daría estrategia de verdad y resulta que es un mal resumen de dos asignaturas menores), se nombró a un general griego que puso un acantilado a sus espaldas para que sus hombres luchasen hasta la muerte y vencer la batalla. Me dio bastante pena que eso quedase así, sin más, que ni siquiera se nombrase a Sun Tzu, que te diría: "En terreno mortal, lucha". O haber hablado sobre que se trata de una estrategia a la desesperada, o haber dicho el ejemplo del general chino que dio un gran desayuno a sus soldados y ordenó a esos romper las marmitas después porque sabían que no iban a estar vivos para volver a desayunar, y venció. O incluso cuando el gran Zhuge Liang, con 2.500 soldados, abrió las puertas de la ciudad donde se encontraba de par en par para que el enemigo creyese que se trataba de una trampa, y así hacer huir a un ejército de 150.000 hombres. Sí, esta estrategia no es exactamente la misma, pero se basa en que son estrategias para cuando la situación es desesperada, se trata de usar nuestra última bala y jugar con la psicología y la moral, ya que la fuera per sé no sirve.

En definitiva, y ya torciendo un poco el camino de la entrada, me da bastante pena que en carreras donde podemos (y debemos) aplicar tan directamente un clásico como es el Arte de la Guerra ni siquiera se estudie, y tampoco se conozca ni el libro ni tampoco la relación de todas las asignaturas de estrategia con él. No sólo de estrategia de hecho, ya que buena parte del libro habla de recursos humanos, de las características de un buen líder, y también de cómo proceder en ciertas situaciones. Con esto, con el cómo proceder, cierro la entrada, citando así el pasaje que probablemente sea mi favorito y que resume de forma clara aquello que muchas veces parece evidente, pero que en nuestra vida olvidamos una y otra vez:

«Hay caminos que no se deben recorrer, tropas a las que no hay que atacar, ciudades que no se deben sitiar, terrenos que no hay que disputarse», Sun Tzu



Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

martes, 4 de junio de 2013

Comentarios de vacaciones: toma I

Ordenador VAIO delante de mí, donde escribo. Sobre él,  una pantalla Acer de varios años que la uso como pantalla de apoyo de vez en cuando, cumple sus funciones perfectamente. A la izquierda, sobre una cajonera alta con rueditas, mi antiguo Packard Bell, con la música puesta: It’s Been So Long, de Horrorpops, aunque ando cambiando entre esta y Undefeated. Se acercan las doce de la noche, el cuerpo me pide salir pero todavía es lunes, primer lunes de vacaciones y ya estoy perdidísimo.
De cualquier manera, me dedico a trabajar en esto. Un pequeño libro, como otros miles que he comenzado, que viene a ser un diario, una autobiografía más bien: tomo uno. Recuerdo que las veces que he comenzado a escribir algo así, bajo diversos títulos y por diversos motivos, siempre comenzaba explicando durante páginas y páginas la situación actual, o de dónde venía, o quién era. Pero ahora me parece un absurdo, no tiene la menor relevancia hacerlo, sencillamente creo que es importante sencillamente hablar, narrar, contar, pensar, soñar, lo que sea, pero sin límites.
Sin límites… es el lema que más trato de grabarme a fuego porque es el que más incumplo. Vivimos de nuestros límites. No, más bien morimos por nuestros límites. La vida es, de hecho, una perfecta libertad en la cual tratamos de ponernos el mayor número de trabas de forma inconsciente. No se puede hacer, no sé hacerlo, es que yo, pensé que, etc. Tonterías. Más de una vez he defendido mis teorías sobre lo bonito que sería el mundo si cada uno de nosotros tratásemos de mejorar en exclusiva la vida de un pequeño número de personas a nuestro alrededor, pero creo que este caso se puede particularizar a nosotros mismos: muchos de nosotros haríamos del mundo un lugar mejor si invirtiésemos más tiempo en nosotros, en saber qué queremos hacer y hacerlo, independientemente de nuestras cualidades, capacidades o pensamientos del resto de la gente. Trabajar en nosotros también. Esto puede ser una evidencia para muchas personas pero no lo es para mí. Hagamos una analogía, si yo fuese un país exportaría todos los bienes y las personas que vivieran en él serían pobres, sólo podrían vivir de las importaciones, pero no siempre el resto de personas producen lo que tú deseas consumir. Y a la larga, se quiebra. Más de una vez, como todo el mundo, me he declarado en quiebra y he tenido que reorganizarme, con mayor o menor éxito, pero siempre con la regla de exportar primero. ¿Por qué? Bueno, es mi naturaleza. Me recuerda a esa historia del escorpión y el sapo, en la cual el escorpión convence al sapo de que no le va a picar y le ayude a cruzar un lago y el sapo accede, y a mitad de camino el escorpión le pica. No es culpa suya, es su naturaleza. En parte, estoy totalmente de acuerdo. Hay muchas partes de mí que forman un núcleo duro. Pero en parte también creo que puedo excluir lo que desee del núcleo duro, y puedo cambiar cuanto desee, porque vivo de la adaptabilidad, que no deja de ser una faceta importante para lograr la invencibilidad (aunque probablemente sea la peor faceta para conseguirla). Lo digo porque me he visto cambiar, y porque marco etapas, marco objetivos, cumplo metas como todos los demás. Me despojo de lo que no sirve y adopto lo que puede ser correcto. No lo suficientemente bien, ni lo suficientemente rápido, pero lo hago. Conozco personas que no han cambiado gran cosa con el paso de los años, y eso tendría un punto de envidiable si no fuese porque su posición está equivocada. También conozco mucha gente que ha cambiado, y cualquier cambio es bueno porque representa una nueva fase, un paso hacia donde quiera que se esté yendo, representa movilidad y eso es loable. También yo he cambiado, y también yo he mantenido bases. Me he sorprendido a mí mismo haciendo cosas que nunca creí que tuviese el valor de hacer, y al fin y al cabo, si hago memoria rápidamente, no hay una sola vez en la cual haya cambiado y no haya recibido una recompensa por ello. Cambiar, y saber cambiar, es algo único. Reforjarnos, incluir mejores metales, incluir nuevos conceptos, hacerlo con nuevas técnicas.
Pero en definitiva también es muy cierto que mis cambios suelen provenir de largas etapas de inversión o de quiebras. Cambiar, en mi caso atreverse a ello, es caro, incluso aunque estemos 100% asegurados y avalados. Pero saberlo es positivo, porque saber qué errores se cometen siempre ayuda a poder subsanarlos. No necesito proseguir con los cambios realmente, necesito cambiar la actitud, y a pasos agigantados. A veces me sorprendo a mí mismo para bien, y normalmente para mal porque soy exigente con esta faceta mía. Supongo que si hace cinco años me hubiese preocupado por el largo plazo hoy en día el discurso sería otro y podría preocuparme de fracasar o quedar en ridículo sin problemas, pero imagino que si hace cinco años hubiese pensado eso hoy no sería quien soy ni estaría donde estoy, y me gusta ser quien soy estando donde estoy. Adoro estar donde estoy, con quien estoy. Eso no quita que, para mi próximo plan quinquenal, cuente con muchas inversiones mayores de las que he llevado a cabo hasta ahora, y baraje muchos cambios a nivel de mi yo interior a corto. Probablemente cualquier cambio que trate de llevar a cabo en el corto plazo termine en nada y tire el esfuerzo por la ventana, pero mientras recuerde estas líneas y todo aquello que me gustaría hacer pero no hago por esos límites que me autoimpongo, esos límites de los que hablaba en el inicio de este escrito, mientras recuerde todo eso seguiré tratando de aumentar el empuje hacia donde sé que debo tirar, eso no lo puede cambiar nada ni nadie, y menos aun cuando sabes que todo son ventajas y recompensas cuando acometas ciertos cambios.
Podría seguir hablando sobre el tema, pero no creo que quede mucha gente leyendo esto a estas alturas, y si se quiere saber más se deberá esperar a la próxima entrega.




Jesus Burgos Lobo

Semper Fidelis

lunes, 3 de junio de 2013

Nice try

Lunes, 15:01 del 3 de junio. Vacaciones.

No sabía muy bien cómo empezar esta entrada y, de hecho, ni siquiera sé que voy a contar en ella. Al menos sabía que quería escribir algo. De hecho, tenía escrito algo de ayer por la noche pero creo que voy a esperar para publicarlo un tiempo, vamos, que igual lo publico mañana o igual nunca, pero que nunca se sabe.

En cualquier caso: planes planes. Eso es lo que necesito ahora para no aburrirme. Tengo bastantes cosas para hacer no obstante, ando trabajando en un par de cosinas y me gustaría volver a cogerme el libro de japonés (también de italiano, francés e inglés) y darme a ello un tanto. Y hablando de libros tengo un par de ellos por aquí a los que echarle mano (financieros) y otros dos o tres (literarios) que debería retomar.

También me gustaría volver a eso de una entrada diaria como antes, si no es hablando de esto pues de aquello o lo de más allá, es irrelevante con tal de escribir un rato. Había pensado en volver a mi práctica de varios blogs, teniendo este para mis cosas, uno especial para cosas financieras y económicas (que probablemente lo haga porque estoy pensando ahora mismo que puede ser una buena idea, con título y todo en mente) y quizás otro general pero hablando sobre algún tema del que no tenga ni idea pero quiera aprender, tipo tecnología/juegos/moda/whatever. Es más, quizás lo que haga sea mantener ese blog con apoyo de otra gente, no sé, pienso que estaría bien aunque todo sería hablarlo y demás.

De todas formas al menos creo que voy a abrir un nuevo blog para compaginarlo con este. No creo que tenga mucho interés del público pero oye, nunca se sabe y a mí me gustaría llevarlo, además así evito que este se llene de cositas financieras y económicas como ha ocurrido mayormente en las últimas entradas. Este igual lo reconvertiría a un poco "mis cosas", tipo hablar de mi (hola, rinconcito para el ego) o de poesía o algo así. Para entendernos, tipo contar mi vida (o como mucho añadir cosas filosóficas), y el resto al segundo blog.

Es gracioso, y comienzo a contar mi vida, como me emociono cada vez que voy a empezar algo nuevo o tengo una idea o algo así. Mira que es solo (nota mental: "solo" aunque equivale a solamente no lleva acento desde hace años) abrir un blog, pero yo contento y emocionado al respecto.

Creo que lo mejor va a ser por ahora dar carpetazo a la actualización y ponerme a preparar el otro blog, y si me gusta pues colocar una primera entrada para presentarlo o algo así. Como sea, nos vemos en la siguiente.




Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis