"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


domingo, 9 de octubre de 2011

Crisis de existencia (o de intelectualismo)

Acabo de entrar en una crisis intelectualista o existencialista (aún no puedo saber de qué tipo es), y no sólo he puesto en duda mis propios conocimientos, sino mis propias decisiones. Es decir, si estoy cuestionando mis conocimientos, ¿puedo inducir que he hecho lo correcto hasta ahora? Supongo que sí, porque estaba eligiendo según mis propios conocimientos, pero desde un punto de vista más global, las decisiones que he estado tomando no son las correctas. Dicho de otra manera, podría estar en un punto de inflexión en mi propio razonamiento de que siempre tomo la mejor decisión, porque es la que he tomado y la que he creído conveniente. Si asumo que lo que sé no es suficiente, no he estado tomando mis decisiones de acuerdo con las mejores (esto no quiere decir necesariamente que no he hecho lo correcto, sino que, de haberlo hecho, podría haber sido un hecho totalmente afortunado). Porque me planteo lo siguiente, ¿el pensamiento evoluciona o cambia? Si tomo como cierto lo primero, que evoluciona, debo asumir que todo lo anterior era una forma de conocimiento inferior a la actual, y por tanto mis decisiones han sido "menos correctas" de las que podría tomar ahora. Si tomo como cierto que cambia, no tendría el problema de dudar sobre mi propia capacidad de decisión, pero sí lo haría sobre mi futuro, porque tal cambio podría ser para peor (en verdad sería una involución, un tercer término, pero lo agrupo aquí porque me parece más conveniente).

Claro que podría defenderme desde el punto de vista de que, para estar hoy aquí, diciendo esto, he tenido que pasar por todas las decisiones que he tomado, y por tanto tan malas no han sido... o sí. No es que esté en un mal lugar, pero desde luego he tenido mejores sendas (aparentemente) que recorrer. No puedo afirmar con un punto de vista largoplacista que no esté actuando óptimamente, pero cortoplacistamente no estoy donde mejor podría estar. Aunque si ha esto le aplico la premisa de que lo bueno a corto no lo es a largo y viceversa, no estaría tan mal. Pero negar el propio término no afirma el contrario. Es decir, que no esté tan mal no quiere decir que esté bien. Me estoy perdiendo tantas cosas por jugar a maximizar mi felicidad de forma más cortoplacista que me da la impresión de estar sacrificando mi propio intelectualismo de mañana. Supongo que ese es el miedo que tengo, pensar que mañana no voy a ser nada porque no estudio a los grandes. Aunque mis conocimientos sean parte de Sun Tzu, Lao Tse y Ortega y Gasset, ordenados cronológicamente, hasta el momento. La siguiente etapa me pregunto de quién será, se la quiero atribuir a Confucio, porque con ello lograré la moderación que necesito, pero aún sabiendo que eso es lo que debo hacer (moderarme), si no lo hago, ¿no me convierte eso en una persona más estúpida, por saber qué hacer y no hacerlo? ¿No es esa la historia de mi vida? ¿Estoy, no obstante, sufriendo un cambio más profundo que la simple necesidad intelectual, y podría ver en el horizonte un cambio hasta el alma y el corazón, y cambiar mis expectativas de vida y mi forma de alcanzarlos? ¿Y cómo sé que lo estoy logrando? Bueno, supongo que eso se sabe con el tiempo. Qué inteligente me sentía ayer, y que imbécil me siento hoy. Y que ironía que precisamente sea más correcto lo inverso, ser imbécil ayer por creerme inteligente, y ser inteligente hoy por saber que soy imbécil.