"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


jueves, 17 de mayo de 2012

Sueños y cartas

Hoy me había levantado con un extraño sueño en la cabeza. Tan sólo recordaba una imagen del mismo, pero era bastante extraña ciertamente.

Sobre el tema de los sueños, siempre he sido escéptico. Para comenzar, diré que no es un tema del que sepa gran cosa, pero lo que sí sé es que no siempre un sueño es interpretable. Soñar con suspender el día antes de un examen tan sólo implica el miedo que tiene tu subconsciente a ese examen. Lo mismo ocurre con las cosas que nos gustan, soñar con ellas tan sólo puede ser el anhelo de poseerlas.

Yo prácticamente nunca he tenido sueños de esos tipos (todos mis sueños me los creo despierto). Para bien o para mal, apenas sueño (o apenas recuerdo lo que sueño que, en definitiva, me llevan al mismo lugar ambas frases), y cuando lo hago suelo atender bastante a la interpretación, precisamente porque se trata de algo extraño. Mis sueños suelen reducirse a una serie de los mismos durante una semana o dos al año, de forma continuada durante varios días, y después como vinieron, desaparecen.

Pero a pesar de todo, esta vez no he mirado la interpretación de mi sueño, por un sencillo motivo: no quiero meter fantasmas en mi cabeza. De un tiempo a esta parte, he vuelto a usar el tarot, y me ha dicho perfectamente qué estaba ocurriendo y hacia dónde iba todo, no sin plantearme mis dudas en ciertas ocasiones. Pero viendo donde estoy, no quiero saber hacia donde voy a ir.

A menudo la gente me dice "yo no creo en estas cosas". Bueno, yo sólo creo en lo que he visto, es una frase que uso a menudo para referirme al tema. No es que crea que el tarot me vaya a predecir el futuro, es que ya lo ha hecho (y de una forma casi mágica).

Eso sí, hay que huir de toda esa calaña de gente que quiere hacer dinero con el futuro de las personas, o que cree que sabe tirar o interpretar las cartas. Hay que saber en el tema, y no es cuestión de cuanto más vieja y más pinta de bruja tengas, mejor. Es tan sencillo como que hay gente que vale, gente que tiene algo, y gente que no. Y es normal y lógico comprender que haya gente que no crea en el tema, es más, si no fuese yo quién tirase las cartas, sería imposible que me fiase, desconfío de prácticamente todas las personas que me hablan de estos temas, como les invito yo a desconfiar incluso de mi y de lo que diga. Es muy importante ver para creer. Pero hay veces que las cosas se salen un poco de quicio, y te sorprendes y mucho. Por ejemplo, actualmente siento cierta "manía persecutoria" de una de las cartas del tarot que, sin exagerar, ha aparecido en las últimas cuatro o cinco tiradas importantes, en posiciones digamos de cierto peso. Es difícil no sentir que hay algo que "la llama". De hecho, si aplicásemos estadística, estoy seguro de que te diría que efectivamente no hay ninguna aleatoriedad al salir esa carta.

Pero, a pesar de todo, me siento genial viendo cuando sale esa carta, es como si, pasara lo que pasase, siempre fuera a estar ahí.




Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

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