"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


martes, 22 de mayo de 2012

Explicaciones varias

En estos días volví a darle vueltas a un asunto que es, en realidad, una de las grandes dudas transcendentales e irresolutas de la humanidad: ¿qué hay después de la muerte?

Bueno, en verdad para mí esto no es ningún tipo de duda, debido a mi carácter más tirando a taoísta: detrás de la vida no hay nada. Es más, no entiendo por qué ha de haber algo. La gente espera que cuando se mueran alguien les diga algo como bienvenido al paraíso, vas a reunirte con tus seres queridos muertos y van a pasarlo genial. Tengo mil formas para refutar estos pensamientos, pero me voy a centrar ahora en la más básica: ¿de verdad necesitas para dar sentido a tu existencia que te digan que al morir va a venir algo mejor? Entiendo perfectamente este pensamiento en la antigüedad, donde vivías y morías a una velocidad asombrosa, pero creo que hoy día tenemos motivos de sobra para querer vivir por vivir, y no como mero camino hacia una existencia en el paraíso.

No quiero hacer de esto un compendio refutando a la fe cristiana sobre su pensamiento, porque cuando alguien te dogmatiza en un pensamiento, difícilmente vas a poder pensar en otra cosa (por suerte, siempre me he mantenido lejos de dogmas, políticos y religiosos). Pero creer que existe un ser superior que lo rige todo y a todos me resulta un tanto peculiar, especialmente cuando la gente le reza. Existen cientos de cosas que no sabemos y sobre las cuales posiblemente nunca podremos saber nada, pero eso no quiere decir que pensamientos escritos en otros milenios sobre dioses y mitos nos vaya a arrojar soluciones al asunto. Especialmente cuando antes que esos ya había otros dioses y otros mitos, más antiguos y tan reales como los actuales. Es mucha casualidad que todas las civilizaciones tengan al menos una fe que habla sobre uno o varios dioses, y todos se enfrenten al resto por la legitimidad del asunto. Lo mejor, lo que siempre digo, tener fe en uno mismo y en los de su alrededor, y vivir correctamente esta vida, porque sólo tenemos esta y, qué queréis que os diga, no creo que esté tan mal como para tener que inventarme historias sobre a dónde voy a ir después de morir.

Pero en realidad este no era el tema que iba a tratar, eso simplemente han sido comentarios que debía poner y que no me canso de repetir una vez tras otra aunque no espere que vaya a convencer a ninguna persona adoctrinada sobre el asunto. Lo que realmente quería tratar es el asunto realmente importante: ¿dónde estamos antes de nacer?

Es una pregunta que rara o ninguna vez nos hacemos, por la sencilla razón de que ya ha ocurrido, y como tal, nos da igual. Nos preocupa la muerte (que de hecho, sin ella no podría existir ningún concepto de vida, pero ese es otro tema) pero nos despreocupa saber de dónde hemos salido.

No sé lo que dice ninguna fe al respecto, pero si tenemos en cuenta la teoría cristiana del paraíso, lo más lógico (aunque a saber dónde queda la lógica en temas religiosos) sería pensar que tal paraíso forma un sistema cerrado con el mundo normal, que transmite energía (digamos alma, que es un término interesante) para los niños que nacen, y recibe energía de los que mueren. Eso es muy similar a lo que pienso, pero centrándose en el hecho de que es energía pura y dura, digamos electricidad.

Es un tema complejo incluso de explicar, pero imaginemos que toda la energía se almacena en un lugar desconocido, o en el universo, o en la tierra... donde más se prefiera. Bien, supongamos ahora que nace un niño, y como bien sabemos todos el ser humano necesita de algo que mueva al cuerpo, es decir, una corriente eléctrica que envíe órdenes entre neuronas para llevar a cabo actos. Energía, en definitiva. Tal energía cumple sus funciones durante la vida, y cuando el cuerpo envejece y muere, la energía puede ocurrir con ella dos cosas.

Y antes de seguir, hago un breve inciso. Esto es un breve ensayo para explicar diversas cosas que la ciencia no puede explicar directamente, así que tiene cierto carácter especulativo. Lo digo porque puede haber personas que a estas alturas se estén llevando las manos a la cabeza. Bueno, las religiones llevan promulgando algo peor durante milenios, así que tampoco estoy tan desencaminado en el asunto visto así.

Como decía, ocurren dos cosas, que no creo que sean excluyentes. La energía vuelve a ese sistema primigenio, ese depósito de energía, para volver más tarde a otro cuerpo. Una parte, un remanente, puede quedar atascado en este mundo (todo sistema tiene ineficiencias), que es lo que llamamos fantasmas (y repito como siempre que yo sólo me baso en hechos en estos temas). Sobre la energía que queda atascada, retenida, que no quiere ir... digamos lo que sea sobre ella, sencillamente queda en el lugar, y poco más se puede añadir.

La otra parte, es más interesante, porque aquí tenemos que asumir una cosa que no necesariamente ha de ser cierta. Vale, nada de lo que he dicho tiene que ser necesariamente cierto, pero sigue una lógica. Debemos asumir que dicha energía aprende. Mejor dicho, recuerda. Esto es una parte importante, por dos razones fundamentales. La primera es la explicación de las teorías de la reencarnación en otra vida. Están demostrados casos de personas que recordaban perfectamente otras vidas, aunque es bastante especulativo y malamente demostrable. La segunda razón fundamental es la explicación de por qué a veces miramos a ciertas personas y sentimos que tenemos en común algo más allá de lo expresable. No me refiero sólo a que nos guste, sencillamente me refiero a que por alguna extraña razón cuando está cerca sientes que en tu pecho algo cambia.

Sí, por supuesto que esto puede explicarse de otras mil maneras distintas, pero realmente me apetecía hacer una entrada de este tipo, con mayor o menor especulación por mi parte. Da para mucho más el tema, sólo con seguir el razonamiento llevado a cabo, pero he preferido cortar ya el asunto, porque estaba empezando a alargarme demasiado, y yéndome un poquito del tema.

Así que, sencillamente, me despido. He releído parte del texto, y me he dado cuenta que no he explicado como me hubiese gustado todo lo relacionado con el tema principal, que era dónde estamos antes de nacer, pero creo que es una entrada interesante. Se agradecen comentarios y subscripciones.





Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

4 comentarios:

  1. Completamente en desacuerdo con casi todoooo!!!! Pero aun asi es una lectura interesante, si señol : 3

    PD:
    Anónimo, los miaus son mios D=

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    Respuestas
    1. Si bueno, solemos estar en desacuerdo, ¿no? jaja
      Especialmente en este tema, que es tan abierto y demás, prácticamente es imposible que dos personas estén de acuerdo.

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