Amanece un día estupendo en Oviedo, tan bueno como ayer, que da a entrever que el verano quiere llegar por adelantado. Una bandada de golondrinas pasan rápidas, en formación, posiblemente cazando pequeños y desafortunados insecto. Y, todo sea dicho, entre el calor del sol y del ordenador, comienzo a asarme un poco.
No estaba tan mal asarse, en realidad. Hacía mucho que no llegaba el buen tiempo, a pesar del extraño invierno que hemos tenido. El mayor problema que le encontraba al asunto es que con la claridad me dolían bastante los ojos. También esto podía compensarse, si se volvían verdes o al menos se tornaban más claros, como solía ocurrir en estos casos.
Y mientras tanto, seguía aquí sentado, escribiendo a ratos, pensando sobre qué voy a hacer en vacaciones. Sí, queda un camino corto pero muy duro para ello, todos los exámenes finales más parciales que todavía nos han puesto, pero realmente, de alguna manera, merecía la pena sentarse a reconsiderar el asunto.
La cuestión es que pasaba demasiado tiempo ocioso, sentado, sin demasiado que hacer. Lo máximo que hacía era escribir poesía, aunque desde hace un par de días me encontraba bastante empantanado conmigo mismo como para poder sacar un verso coherente. Por eso, lo último que había pensando, era pintar.
No, no tengo la menor idea de pintar, pero eso no es problema, me gusta aprender por mi cuenta, tampoco sabía escribir poesía, y he hecho enormes avances. Al fin y al cabo, para hacer abstractos sólo se requieren sentimientos. Son, de alguna manera, similares a los poemas sin estrofa. No tienen forma, pero tienen algo detrás de ellos que se les puede llamar belleza. Además, creo que un abstracto enmarca bastante bien el conjunto de sentimientos que tengo ahora mismo. Quiero decir, es difícil estructurarse a uno mismo cuando los problemas que se monta salen de sí. Si el problema es externo, encararlo es muy simple. Pero si el problema eres tú, o viene de ti, ¿cómo puedes encararlo? Pues la idea es hacerlo salir precisamente, a base de pintura.
Podría ser a base de poesía, de hecho, solía ser así, pero de alguna manera no encuentro el hilo para poder dar pie a un verso. Si lo hiciese de esa manera, debería juntar palabras bellas con argumentos sin sentido, sin orden alguno en el verso, y no me gustaría romper la racha de poemas que tengo actualmente, a cual más bello. Porque, para escribir una poesía, sólo se requiere una musa.
En cualquier caso, cuando llega el momento de la verdad, encarar el problema puede dar pie a más problemas, especialmente si no se tiene fuerza de voluntad. Yo voy a tener que pedirla prestada, pero lo cierto es que dicho problema se va solucionando sólo, poco a poco se va reparando el mundo interior que había colapsado sin motivo aparente. Quizás había sido un problema de construcción, quizás de demasiada fuerza aplicada sobre él. En cualquier caso, lo único que se podía hacer era desescombrar y reparar, como siempre.
Dicho de otra manera, a veces llegan momentos en los cuales podemos llegar a dudar de nosotros mismos, de hacia dónde vamos, de qué hacemos o incluso quiénes somos. Esas respuestas a veces son muy sencillas, a veces muy complejas, y si tuviera que elegir, diría que, actualmente, no me veo capacitado a responder a ninguna de ella. Lo único que puedo decir al respecto es que tengo la suerte de saber que si necesito ayuda, hay gente a la cual puedo recurrir, y hay otra gente que, sin pedirle nada, se involucra ella misma a pesar de todo.
Y como suele decirse en estos casos, el tiempo pone a cada uno en su lugar. Eso me recuerda que sí, es cierto, no tengo ni idea de hacia dónde voy, pero sí sé lo que quiero. Supongo que, a veces, es tan sencillo como construir un puente entre tú y tu objetivo. Dista de ser fácil, y a veces la obra se retrasa por diversos motivos, pero confío en mis proyectos cuando los emprendo.
Emprendamos.
Frase del día:
Nuestro todo es más que la suma de sus partes.
Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis
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