"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los Cuatro Clásicos

No por nada mis cuatro libros favoritos son, de hecho, cuatro grandes clásicos: ninguno de ellos son literatura per sé. Hablemos de ensayos.

Creo que la gente que me conoce puede hacerse una idea de los cuatro libros que podrían ser. Bueno, en realidad más bien la gente que me conoce podría decir "ah claro" cuando lea los títulos de los cuatro libros. No se trata de adivinar, sino comprender. Y comenzaré a hablar por el libro "menos relevante", aunque en verdad podría ser el mejor y más concreto.

Se trata de «Las 36 estrategias chinas» (alguien ha dicho "ah claro"). La razón por la cual me gusta este libro es porque resume en 36 estrategias las grandes líneas de comportamiento que pueden llevarse en ciertas situaciones y, de hecho, lo hace con ejemplos. Al menos mi versión está bien ilustrada con ejemplos sobre todas ellas. Si algo tengo que decir de este libro es que llegó a mis manos "de forma tardía" (es decir, sobre los 17 intuyo), cuando ya tenía una cierta línea de pensamiento montada. Es decir, no aportó gran cosa, pero sin duda es un libro al que me gusta acudir de vez en cuando (aunque sea rara vez en comparación con los otros tres clásicos).

El siguiente, «El libro del Tao» de Lao-Tse. Lo escribo de esta manera porque es como está en mi versión, que por cierto era una por fascículos, y este libro venía junto con «El libro de las mutaciones», que sería mi quinto clásico si no fuera porque se basa en un libro sobre la adivinación principalmente. De todas formas, la primera vez que leí este libro debió ser con 14 años y me pareció... iba a utilizar una palabra, sensacional, o mágico, pero parece algo absurdo hacerlo de esta manera. Digamos que lo que aprendí la primera vez que lo leí fue a pensar de otra manera, que muchas cosas no hubiesen sido así si no lo hubiese leído. Digamos que es un libro que me construyó en su momento. Digamos que fue clave. En realidad el libro es difícil y muy ambiguo o vago, y lo correcto sería leerse interpretaciones sobre el libro. Pero yo quería la esencia en sí misma, quería entender esas palabras, no las interpretaciones que le dieran otros. Y, de hecho, todavía el año pasado recuerdo haber llegado a la conclusión de que por fin comprendía uno de sus pasajes. Un libro en el que tardas más de seis años en comprenderlo debe ser un buen libro.

Los dos siguientes, y han de ir juntos ya que son "primera y segunda parte" (con muchos matices), son «El Arte de la Guerra» y «El Arte de la Guerra II», de Sun Tzu y Sun Bin respectivamente. Del segundo diré que apenas lo he leído una vez y tengo pendiente volver a leerlo (es un libro que tiene pasajes perdidos). Pero sobre el primero, el de Sun Tzu, qué puedo decir. Leo pasajes al menos una vez al mes, prácticamente todos los meses desde hace muchos años (probablemente de cuando tenía 14 años o incluso menos). El libro es atemporal, así lo demuestra que se haya usado efectivamente en tácticas de guerra hasta Mao Zedong (o Tse Tung, depende de la traducción), que era un lector nato de este manuscrito e incluso lo comentó. Por supuesto los principios de este libro no se han quedado en Mao, simplemente lo cito porque él lo leía continuamente y era un gran estratega (no conozco los por menores de toda la guerra civil china de Mao contra el Kuomintang, pero Mao Zedong llevó a cabo la estrategia de retirarse durante 10.000 kilómetros de forma satisfactoria [la estrategia de retirarse no es salir corriendo, es mucho más compleja]). Lo que enseña el Arte de la Guerra es pan de cada día en el mundo de los negocios. Esto es así de forma tan directa que todos los libros contemporáneos sobre estrategia empresarial vienen de este libro, aunque muchos ni lo sepan. Todavía el otro día en la tremendamente aburrida clase de Análisis Competitivo de la Empresa (que creí que daría estrategia de verdad y resulta que es un mal resumen de dos asignaturas menores), se nombró a un general griego que puso un acantilado a sus espaldas para que sus hombres luchasen hasta la muerte y vencer la batalla. Me dio bastante pena que eso quedase así, sin más, que ni siquiera se nombrase a Sun Tzu, que te diría: "En terreno mortal, lucha". O haber hablado sobre que se trata de una estrategia a la desesperada, o haber dicho el ejemplo del general chino que dio un gran desayuno a sus soldados y ordenó a esos romper las marmitas después porque sabían que no iban a estar vivos para volver a desayunar, y venció. O incluso cuando el gran Zhuge Liang, con 2.500 soldados, abrió las puertas de la ciudad donde se encontraba de par en par para que el enemigo creyese que se trataba de una trampa, y así hacer huir a un ejército de 150.000 hombres. Sí, esta estrategia no es exactamente la misma, pero se basa en que son estrategias para cuando la situación es desesperada, se trata de usar nuestra última bala y jugar con la psicología y la moral, ya que la fuera per sé no sirve.

En definitiva, y ya torciendo un poco el camino de la entrada, me da bastante pena que en carreras donde podemos (y debemos) aplicar tan directamente un clásico como es el Arte de la Guerra ni siquiera se estudie, y tampoco se conozca ni el libro ni tampoco la relación de todas las asignaturas de estrategia con él. No sólo de estrategia de hecho, ya que buena parte del libro habla de recursos humanos, de las características de un buen líder, y también de cómo proceder en ciertas situaciones. Con esto, con el cómo proceder, cierro la entrada, citando así el pasaje que probablemente sea mi favorito y que resume de forma clara aquello que muchas veces parece evidente, pero que en nuestra vida olvidamos una y otra vez:

«Hay caminos que no se deben recorrer, tropas a las que no hay que atacar, ciudades que no se deben sitiar, terrenos que no hay que disputarse», Sun Tzu



Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

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