"Quiero hacer un breve anuncio aquí, está quemando un pequeño monte frente a mi piso, un monte lleno de casas, y es un incendio bastante grande que, además, está girando hacia la zona urbanizada. Me siento bastante mal, impotente, mirando desde aquí cómo el monte deja paso a la tierra quemada sin poder hacer nada más que esperar a que los bomberos hagan bien su trabajo, sin que nadie lamente ningún tipo de pérdida. Prosigo con lo que iba a poner:"
Este es un breve compendio, muy rápidamente creado, sobre la marcha, no revisado y que se deja mucho en el tintero para evitar que sea demasiado extenso.Voy a poner una comparativa que es totalmente desalentadora:
China, año 1026 D.C.: un artilugio llamado “hombre de latón” fue construido. Se trataba de un instrumento para explicar la acupuntura. Junto a este hombrecillo, el doctor Wang escribió “Ilustración de la acupuntura y moxibustión del Hombre de latón” [En chino: “Torng Ren Yu Shiuh Jen Jeou Twu”], donde explicaba la relación de los 12 órganos y los 12 canales Chi. Era una obra de unificación de la teoría de la acupuntura.
España, año 1099 D.C.: moría Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador, en una España inmersa en la Reconquista. No se conocía nada parecido a la medicina (la más avanzada de nuestro mundo era la musulmana, pero no era permitida entre cristianos), y de hecho será perseguido durante siglos todo aquel que emplease remedios de hierbas u otros métodos para la curación, tachados estos de herejes.
Mientras China vivía prósperamente, con una ciencia y medicina avanzada, España no era ni España, y sólo sabía luchar. No existía ni la ciencia, ni ningún tipo de tecnología, ni administraciones eficientes, ni nada de nada. Y lo que es más importante, China conocía algo que Occidente jamás pudo ver: el Chi. El Chi viene a ser como una energía (estudios recientes tratan de demostrar que se basa de energía eléctrica) que circularía por una serie de canales, lo que se sumaría a las venas, arterias y conductos linfáticos. Estos canales no son físicos, pues hubiera sido fácilmente demostrable para la medicina la existencia del Chi, pero parece totalmente necesario tomar su existencia como cierta cuando no sólo China ha curado a millones de personas usando ese conocimiento, sino que además esta región ha desarrollado filosofías de vida (eficaces) a raíz de esta.
Pero no quería yo entrar a discutir la existencia del Chi o todo lo perteneciente a la práctica del mismo (Chi Kung), lo cual, dicho sea de paso, me parece totalmente cierto, real y necesario para poder explicar todo lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos. Lo que quería yo decir aquí era el enorme avance intelectual sobre nosotros. Fíjense, no recuerdo bien el año, pero antes de que España quedara unida, en China ya se diseccionaban cadáveres para hacer avanzar la medicina. ¡Diseccionar cadáveres! Era una práctica totalmente prohibida en el mundo cristiano. Y ahí está, de nuevo, nuestra piedra, nuestro lastre: el cristianismo. Antes que nada, quiero decir que el cristianismo para la península ibérica fue una bendición al principio, bendición que acabamos pagando muy caro. Fue gracias al cristianismo por lo cual los reinos no musulmanes del norte de la península se unieron (y pasaron a denominarse los reinos cristianos) y comenzaron la Reconquista (una cruzada, al fin y al cabo) para recuperar los territorios históricamente nuestros. Pero tan cómodamente se instaló el cristianismo, y de una forma tan macabra, que no fue hasta la invasión de Napoleón que nos deshicimos de la Santa Inquisición. Todo el mundo conocerá a la Santa Inquisición Española (llamada también Santo Oficio) como una institución encargada de mantener el cristianismo a toda costa, y que acusó de herejes y torturó hasta la muerte a cientos de personas. Pero la parte culturalmente más importante fue la enorme censura que mantenía sobre cualquier obra de contenido “hereje”, es decir, todo pensamiento liberal, moderno, científico o que, resumiendo, se opusiese a los intereses de la Curia Romana. Esto supuso la muerte intelectual de España hasta el siglo XIX, que comenzó a abrirse a nuevas ideas poco a poco. Pasa lo contrario con China, que a partir del siglo XIX es cuando pierde todo el poder y prestigio. Era durante la dinastía Qing, que sufrió, por cierto, una serie de rebeliones, la más conocida fue la “Rebelión de Taiping”, en la cual llegaron a luchar por el bando rebelde cerda de 2-3 millones de hombres en el año 1860. Es curioso saber que el ejército rebelde, que se llamaba a sí mismo “Reino Celestial de la Gran Paz”, tenía tendencia cristiana, aunque en realidad esta era una reinterpretación de la Biblia, añadiendo algunos cambios a su antojo. Debo decir que no conocía de esta rebelión, y que me estoy sorprendiendo por lo que estoy mirando por encima (en Wikipedia, cómo no). Les pongo las normas establecidas en las provincias controladas bajo el poder del “Reino Celestial de la Gran Paz”:
- La base de estudio para las examinaciones imperiales para los oficiales cambiaría de los preceptos confucionistas a los cristianos.
- La propiedad privada sería abolida y todo terreno era propiedad y distribuido por el reino.
- Se estableció un calendario solar que reemplazó al calendario lunar clásico.
- No existiría una sociedad por clases y los sexos fueron declarados iguales. Fue el primer régimen chino en admitir a las mujeres para la examinación imperial.
- Se promovió la monogamia y se prohibió la poligamia y el concubinato.
- Se prohibió el atrofiamiento de pies , que era una costumbre muy difundida en China.
- Se prohibió además el consumo de opio, los juegos de azar, el tabaco, el alcohol, la esclavitud y la prostitución.
Sorprendente, era un territorio, idealmente, cristiano-comunista (comunero, mejor dicho)-progresista. En la práctica no se aplicaba nada de esto, o se hacía mal, y era tan militarista que no funcionaba más que el ejército (por otra parte, para mantener al ejército antes dicho, es normal que necesitasen de todos los medios disponibles).
Como iba diciendo después de este breve paréntesis sorprendente (al menos para mí), comentaba que China tuvo grandes pérdidas en el siglo XIX, después de esas rebeliones, sufrió dos guerras contra Reino Unido, las conocidas como “Guerras del Opio”, que definitivamente pierden, teniendo que ceder Hong Kong, y dando derechos comerciales y de paso a las potencias occidentales. Además, antes de que termine el siglo, china pierde la guerra contra Japón, por la cual tiene que ceder Corea. China se pasó sin pena ni gloria, entre grandes revoluciones (una de ellas, la de Mao Zedong, vencería y proclamaría la actual República Popular China) y guerras contra Japón, la primera mitad del siglo XX, pero poco a poco Occidente y Oriente se fueron acercando hasta nuestros días, que somos (en especial España) aliados cercanos, casi amigos. Y de China no sólo vienen oportunidades para nuestras empresas y productos baratos de baja calidad, sino que también llega todo su pensamiento, exótico para nosotros, y quizá por ello muy atractivo, al menos a mis ojos. Cuando tuve en mis manos el “I Ching” [“El libro de las mutaciones”] sobre adivinación quede encantado, no digamos ya cuando leí el “Tao Te Ching” [“El libro del Camino”] de Lao Tse. A mi propia forma de pensar le añadí totalmente lo que me había transmitido ese libro, ese taoísmo, y desde luego quedé muy influenciado por ello. A veces me gustaría decir que mi “religión” (entiéndase filosofía, que es más correcto para referirse a ello) es el taoísmo, pero lo cierto es que es más una reinterpretación personal, es lo que pensé después de leerlo. De todas formas, es un libro bello, donde se aprende mucho. Actualmente he decidido lo que ya llevaba mucho tiempo planeando, meterme de lleno en el estudio del Chi, la acupuntura y el masaje Qigong, todos métodos de medicina que, aunque aquí consideremos tradicionales (e incluso falsos), en realidad se usan a diario allí, con unos resultados totalmente exitosos. Esa es la gran diferencia entre Oriente y Occidente, una diferencia histórica, marcada por la religión y la imposibilidad de un pensamiento progresista durante muchos siglos. Una diferencia que sigue vigente, y que, así lo creo, esta llamada a gobernar el mundo durante los años venideros: sólo aquel que históricamente ha sido intelectualmente superior podrá situarse por encima intelectualmente de los demás.
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