"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


lunes, 22 de noviembre de 2010

El ser humano y su aberración

Acababa de terminar otro libro de don Ortega y Gasset, "Estudios sobre el amor", y como solía pasar, me daban ganas de ensayar. Cierto es que el tema que trata es controvertido, debido a que en primer lugar, la brecha que nos separan son casi un siglo. En ese tiempo, el amor a cambiadotanto (o más) que el resto de las cosas. Y, en segundo lugar, el tema nunca ha llevado a grandes conclusiones. Pero lejos de todo esto, hay que aprender a extrapolar conclusiones, puntos de vista, formas de sacar adelante ideas, y toda aquella cosa que sea útil. Creo que ha sido una gran lectura en la cual he ganado mucho.


Y lejos de esto en cuanto a tema (casi en el otro extremo), vengo a plantear un tema que me ronda la cabeza desde hace tiempo, que crea controversia por donde brota, y que parece que nadie se atreve a plantear "seriamente": ¿hasta que punto es lícito terminar con la vida de alguien? O de una manera más ligera, ¿la pena de muerte es una solución?


Me permito añadir, rápidamente, el por qué de esta pregunta, antes de que nadie critique lo que quizás no conozca. Por doquier, cuando algún asesino despiadado, que asesina niños o comete crímenes atroces del estilo, se oyen comentarios que hacen plantearse esa pregunta que yo me atrevo a replantear. Bien, el que aún esté leyendo, le sugiero que continúe sin prejuicios, sin miedo a que nadie piense de él en mala forma. Que prosiga, y que no tema lo que pueda llegar a pensar, pues pensar es siempre correcto.



 Las personas... ¿son siempre personas?



O visto de otra manera, ¿se puede perder el estatus "persona"? ¿Qué significa ser una persona? Me consta que ha sido definido tal término de la siguiente manera: "Un ser social dotado de posibilidad (al igual que el resto de los animales), junto con la inteligencia y la voluntad propiamente humanas." No vayamos más allá de la tercera palabra: social. Social es perteneciente a la sociedad, y esta es, según la RAE: "Agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida."

Con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida. Curioso, ¿verdad? Entonces, persona será algo como: Un ser que, mediante la cooperación con otras personas, trabaja con el fin de cumplir todos o alguno de los fines de la vida. ¿El asesinato es, pues, un fin de la vida? Por supuesto, no. Entonces, el asesino, en cuanto a que no es parte de la sociedad, no es persona, pues no puede cumplir el mínimo para serlo. Y no sólo no es persona, sino que, además, ha acabado con la vida de personas, y además, podría terminar con la vida de alguna más. El asesino, pues, es un ser de naturaleza incierta, lejano al término persona, que puede atentar y atenta contra la seguridad de la sociedad y del las personas que la conforman.


Entonces, ¿no es lícito asegurar la seguridad de las personas? Mi respuesta, como la de todos, es sí. ¿Hasta que punto estamos dispuestos a proveer de esa seguridad? Aquí la respuesta es diversa. Normalmente, las personas que más creen en la seguridad y la justicia, terminan o bien en pena de muerte, o bien en cadena perpetua. Ambas son buenas formas de apartar a un asesino de la sociedad, pero me temo que por pura necesidad moral tengo que ir directamente a estar a favor de la pena de muerte. Me explico:


Desde mi punto de vista, el hacer sufrir a otra persona jamás es lícito, nos hace ser menos personas. Y eso en los términos que sean, no sólo en asesinatos y penas. Por lo tanto, para mí, mantener a una persona recluida de por vida en una cárcel me parece una forma de sufrimiento terrible, sería obligar al encarcelado a aferrarse a la esperanza de que algún día saldrá, cuando eso jamás va a pasar. Por lo tanto, esa razón, un tanto resumida, es la cuál me hace estar a favor de las penas capitales, pero matizo: penas capitales, sin sufrimiento, sin esperas.

Acusar a alguien a morir y mantenerlo veinte años encarcelado hasta que le das su castigo es también un sufrimiento para él, y ni la persona más caída en desgracia, ni el asesino más salvaje, se merece que nosotros lleguemos a esos términos, a hacerle sufrir por lo que ha hecho, como algunos aseguran. No, matar a alguien no es un acto de venganza, y eso es importante decirlo. No se hace para vengar al muerto, sino para asegurar la seguridad de las personas que aún están vivas. Por lo tanto, no deben equivocarse las personas, que no se dejen llevar por el odio, que no disfruten de forma perversa con la muerte del asesino de su ser querido. Lo que deben creer es que se ha hecho justicia, y que la seguridad de otros está garantizada, que no se dejen arrastrar por malos pensamientos, pero que sientan que la justicia asegura que el alma de su ser querido descansa en paz, y asegura también que otras almas se le unan antes de tiempo.


En términos resumidos, la pena de muerte es un duro castigo (debe de estar exento de dolor para el castigado, pues el sufrimiento no es permisible nunca), pero que se ha de dar para asegurar la seguridad de otras personas, otros seres queridos, y para asegurar la seguridad de nosotros mismos.

No es asesinar a una persona, es castigar a una aberración de ser humano.



Jesus Burgos-Lobo,

"Compendios rápidos"

2 comentarios:

  1. La verdad es que nunca he tenido una opinión definida sobre la pena de muerte. Si tuviera que adoptar una posición, me situaría en contra. Por el siguiente motivo: La pena capital es como decir "tú has matado a alguien, pues ahora yo te mato a tí" Entonces... ¿Quién me dice a mí que no soy como él? ¿Soy distinto? Al fin y al cabo, los dos hemos matado, con motivo o sin él, a alguien. Y la siguiente pregunta que me hago es ¿Sigo siendo persona? Según la definición sí, porque matando a un asesino garantizo la seguridad de la sociedad, posibilitando que se cumplan ese fin o esos fines de la vida. Pero no lo tengo tan claro.

    Respecto a lo que dices de que nunca es lícito hacer sufrir a una persona, si llegara el caso en que al asesino le planteasen la posibilidad de elegir entre pena de muerte o cadena perpetua, y opta por la segunda, ¿Es lícito entonces ignorarlo y matarle? Es decir ¿Es lícito hacer sufrir a una persona, si previamente ésta ha elegido sufrir? Porque aunque haya preferido la perpetua a morir, el sufrimiento mientras dure va a ser el mismo.

    Y, por último, creo que es, si no imposible, muy difícil no sentir al menos un poco de odio, rencor o deseo de venganza hacia alguien que ha matado a un ser querido, y satisfacción y tranquilidad cuando esa persona se lleva el castigo. La verdad, tendría que vivirlo en persona para saber qué se siente (Ojalá nunca me vea en esa situación)

    Resumiendo, aunque la pena de muerte sea positiva en muchos aspectos (económicos, de seguridad, etc.) plantea un gran dilema ético, sobre todo para aquellos que o bien la ejecutan o bien la ordenan. Yo, por ejemplo, no sería capaz de hacer ninguna de las dos cosas.


    Éste era el comentario que no me dejaba poner. Seguiré leyendo eh y felicidades por el blog, está muy bien.

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  2. Muchas gracias por comentar, y por hacerlo de manera extensa y rica. Intentaré contestar lo más claramente posible.

    Estoy de acuerdo que el ojo por ojo no es lícito siquiera. Entiendo que devolver el pago con la misma moneda es algo ilícito (pero habría que plantearse si te hace igual que él, ya que tienes agravantes sentimentales y eres uno de los primeros afectados). Pero lo que digo es que el Estado, en situación de preservar la sociedad, sí tiene (debería tener a mi parecer) potestad para ejecutar la pena de muerte. No hablo de un linchamiento popular, sino de una sentencia judicial, objetiva. El que "diese al botón" para ejecutar la pena de muerte debería ser una persona preparada psicológicamente, y que lo hiciese de la manera más impersonal posible (ya que es una sentencia judicial, cuanto más impersonal, mejor).

    Lo segundo, sobre la pena de muerte VS cadena perpetua, si él es el que lo ha elegido (y por alguna razón se le permita permutar esas penas), se debería respetar primeramente su decisión, aunque claro, si me contra replicas con que cómo podría tener potestad para decidir si no es persona (como lo planteo yo aquí) pues sí tendría una duda. Aunque creo que mantendría que aunque sea como última gracia, si se podría dejar su elección.

    Opino igual que tú respecto a los sentimientos, digamos que lo que planteo es el mejor punto para todos. Se debe uno intentar calmar, pensar fríamente, y no caer en la tortura y esas cosas, prácticas que están más abajo que la pena de muerte hablando de ética. Es cierto que hay que verse ahí, pero creo que se puede intentar teorizar: todo el mundo sabe que las teorías no funcionan, pero que si lo hiciesen todo sería mucho mejor.


    Plantea un enorme dilema ético, eso desde luego, hasta el punto de que la Corte Penal Internacional está totalmente en contra de esta práctica. Pero personalmente, creo que es mejor morir de pena de muerte (ojo, rápida, con sufrimiento mínimo) que morir de viejo con cadena perpetua. O suicidándome, como es algunos casos de esas cadenas perpetuas (lo que hace plantearse qué duro es el dolor que está sintiendo esa persona como para que desaparezca el principio primigenio del hombre: la supervivencia).

    Espero haber respondido a todo lo que me has planteado. De nuevo, gracias por pasarte, y encantado de que el blog se lea.

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