"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Pre-día "D"

Me acomodo en mi silla con un poco de dolor de espalda, lo justo y necesario, mientras miro el portatil y escribo en el netbook, uno detrás y el otro delante, cada cual a lo suyo.

Y nada especial. Supongo, o quiero suponer, que esta será la primera entrada del curso, que comienza para unos cuantos (incluído yo) mañana. Llevo parte de la tarde preparando cosas para los primeros días, y ya me he quedado sin folios. Y eso que no he sacado el primer supuesto práctico de una asignatura, más que nada porque consta de 40 hojas y oye, entre que desmoraliza y andaba algo escaso de folios (escaso = a menos de 200, así nos las gastamos), pues ahí quedó.

En realidad no desmoraliza demasiado, dado que es una asignatura que sé que voy a disfrutar muchísimo, más que nada porque es a lo que me gustaría dedicar en mi carrera profesional (al menos en parte). No es que tenga nada decidido, pero apunto maneras como quien dice. Tan pronto digo eso como que me dedico a hacer ganchillo, pero vamos, se entiende que forma parte de mis planes.

Planes, siempre con planes a vueltas. Es peligroso hacer planes. Cuantos menos hagas, más peligroso es, de hecho, porque después no se cumple y quedas decepcionado, deprimido y hundido, sin camino. Ahora, quien tiene quince planes sobre la mesa, improbablemente le ocurrirá tal cosa. Y sí, es posible eso, yo los tengo. No sé si quince, pero seguro que infinitos. Porque quien sea capaz de predecir el futuro que tire la primera piedra.

Es cierto que hay cosas a las que no queremos renunciar, a grandes metas, pero eso es tan cierto como que cualquier evento en nuestra vida puede hacer preguntarnos a nosotros mismos "¿para qué?" o "¿merece la pena?". Quiero decir, a mi me encantaría vivir un año aquí y otro allá, pero también tengo que decir que a veces por ciertas personas somos totalmente capaces de dejarlo todo a un lado y no arrepentirnos en absoluto.

También es cierto que hay cosas a las que no renunciaría, o digo ahora que no renunciaría a ellas. Tengo un... digamos miedo, a morir sin ser recordado. Es entre miedo y obsesión. Sí, la pregunta obvia es "¿qué coño te importa si estás muerto?", pero mi respuesta podría ser "menos me iba a importar si fuese inmortal". Es decir, ganarte tu lugar en la Historia es para mí (y para bastantes otros) lo mismo que ser inmortal. Dejar tu gran huella en el mundo. Por ejemplo, sé que nunca descubriré la cura del cáncer, pero sé que puedo contratar a los mejores investigadores del mundo para que lo hagan por mí. Sé que no puedo salvar a todos los niños hambrientos del mundo a base de azada y semilla, pero sé que puedo tener suficiente dinero para fertilizantes, mecanización y toneladas de alimentos.

Sinceramente, el que cree que el dinero no cambia nada es que jamás se ha parado a pensar las maravillas que puedes hacer con él. Puedes salvar vidas, millones de ellas, sólo con destinar parte de tu fortuna a ello. Puedes educar a medio mundo si inviertes en infraestructuras.

Puedes cambiar el mundo siendo lo suficientemente bueno.

Y ese es mi objetivo, ser lo suficientemente bueno para que cuando muera el mundo me llore, y mientras viva el mundo siga viviendo, viva más, mejor. Algunos tacharán de idealismo a esto, pero os aseguro que no tiene nada que ver con ello. Esto es una cuestión de ambición. Soy bajo, y los bajos somos ambiciosos por naturaleza. Pero, ¿quién dijo que la ambición tuviese que rivalizar con las buenas obras? El dinero todo lo vale cuando lo inviertes en personas, no en propiedades.

Por eso admiro y adoro al gran Duque de Osuna, Pedro el Grande, y por eso me gusta recordarlo y nombrarlo cada poco, porque él quiso ser inmortal, y sería injusto que el peso de los años terminase con las personas que se tienen ganado su lugar en la Historia.

Hay que ver, al principio dudaba que pudiese hacer una buena entrada y al final tenemos esto, no me quejo en absoluto.




Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

2 comentarios:

  1. Una entrada sublime, y puedo decir que entiendo y comparto tu sentimiento, no me voy a perder en palabras rebuscadas... Solo eos, una gran entrada, como de costumbre.

    Grande Jesus

    ResponderEliminar