"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un «¡Ahhh!»", Jack Kerouac


viernes, 10 de agosto de 2012

El problema

He dado con la pieza del rompecabezas que no encontraba: he perdido mi autoconfianza.

Ahora lo entiendo.

Sin autoconfianza no se puede construir nada, porque es necesario saber que los materiales y los planos son los adecuados: si no confiamos en esto, caerá.

El problema no es exterior, donde lo buscaba, quizás agravado por factores puntuales, sino que está mucho más cerca. Uno necesita primero creer en si mismo para poder llevar a cabo sus tareas. Por eso me lamentaba de que no podía escribir, de que no podría sacar el carnet de conducir, y etcétera. No tengo ninguna confianza en lo que pueda hacer aunque la gente a mi alrededor intente decirme que hago bien las cosas. No creo en mí mismo.

Necesito un serio balance entre mi antigua arrogancia y mi actual nivel de confianza cero, algo mixto y potente, lo que no puedo permitirme es desechar cosas que quiero porque creo que no voy a estar a la altura.

También necesito hacer un serio ajuste sobre lo que considero vergonzoso y lo que no, no puede ser que alguien que habla de fracasar como algo positivo le de vergüenza equivocarse. Es totalmente incompatible.

Realmente necesito reencontrarme, y atar a la bestia también, no puedo bajar la guardia como he hecho durante este tiempo.

Si no me creo una crisis semanal parece que no soy feliz... en fin.




Jesus Burgos Lobo
Semper Fidelis

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